El minicuento o relato breve no tiene fecha de origen pues su
manifestación ha sido tan diversificada que va desde las parábolas, los
apólogos, la fábula, los aforismos hasta los relatos breves orientales, con
escritores anónimos y reconocidos como son Poe, Kafka, Chejov, Lewis Carroll,
Chesterton, Cortázar, Borges, y otros
que han cultivado este éste tipo de género.
- En el cuento se encuentra la ironía,
ejemplos:
“Un caballero llevaba en el
bolsillo del pecho un libro de reciente aparición. Cuando alguien le hizo un
disparo a quemarropa fue conducido al hospital, donde se constató que el
agredido gozaba de perfecta integridad física. El proyectil no había alcanzado
a atravesar el libro. Un crítico literario comentó: Claro, si es uno de esos
libros invulnerables. Ni siquiera una bala alcanza a pasar del segundo capítulo.”
Gabriel García M.
Uno más
El cuento era tan real que la escritora
pasó a ser un personaje más.
Blanca Estela
Domínguez S.
- También se encuentra el humor, aunque es
a veces ligado con lo trágico:
Pajarillo
El amor –me dijeron- es como un
pajarillo: déjalo ir, si regresa es tuyo, si no regresa nunca lo fue.
Y yo solté a mi pajarillo y el
muy cabrón sólo regresa cuando tiene hambre.
Rodolfo Farcug.
El triángulo amoroso
La ballena macho estaba desolada, porque se mujer se
había enamorado de un submarino.
Carlos Héctor.
- Además se usa el simbolismo:
Invasión
Creó tantos pájaros, que agotó
lanada de donde aún no habían sido creados: al saberse creados, los pájaros
agotaron el silencio.
Manuel Mejía Vallejo.
El dinosaurio
Cuando despertó, el dinosaurio
todavía estaba allí.
Augusto Monterroso.
En fin, el minicuento puede
tener elementos filosóficos, oníricos, poéticos, fantástico, pueden recrear la historia. Lo que siempre presenta
un relato breve es la narración corta pero sustanciosa, los personajes,
tiempo y espacio.
Otros minicuentos
son:
Sueño de la mariposa
Chiang-Tzu soñó que era una
mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una
mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.
Chiang-Tzu (Borges y
otros. Antología de la literatura fantástica. 1993)
El Viajero y la Espada
Un viajero encontró una espada
en un camino y le preguntó con calma:
“Di espada, quién te ha perdido?”. Esta contestó de prisa y con acento
tranquilo: “Uno perdióme, yo en cambio son muchos los que he perdido”.
(Méndez V.; Sánchez
L, y otros. La fábula a través del tiempo)
Sola y su alma
Una mujer está sentada sola en
su casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: Todos los otros seres han
muerto. Golpean a la puerta.
Tomas Bayley Aldrich
(1912)
Cuento de horror:
La mujer que amé se ha
convertido en fantasma. Yo soy el lugar de las apariciones.
Arreola, Juan José
(1980)
El asesino
Ya no hago más que pensar en mi
asesino, ese joven imprudente y tímido que el otro día se me acercó al salir
del hipódromo, en un momento en que los guardias lo habían hecho pedazos antes de que alcanzara a rozar
el borde de mi túnica.
Lo sentí palpitar cerca de mí.
Su propósito se agitaba en él como una cuadriga furiosa. Lo vi llevarse la mano
hacia el puñal escondido, pero lo ayudé a contenerse desviando un poco mi
camino. Quedó desfalleciente, apoyado en una columna.
Me parece haberlo visto ya otras
veces, rostro puro, inolvidable entre esta muchedumbre de bestias. Recuerdo que
un día salió corriendo un cocinero de mi palacio, en pos del muchacho que huía
robando un cuchillo. Juraría que ese joven es el asesino inexperto y que moriré
bajo el arma con que se corta la carne en la cocina.
El día en que una banda de
soldados borrachos entró en mi casa para proclamarme emperador después de
arrastrar por la calle el cadáver de Rinometos, comprendí que mi suerte estaba
echada. Me sometí al destino, abandoné una vida de riqueza, de molicie y de
vicio para convertirme en complaciente verdugo.
Ahora ha llegado mi turno. Ese
joven que trae mi muerte en su pecho, me obsede con su leve persecución, debo
ayudarlo, decidir su cautela. Hay que apresurar nuestra cita, antes de que
surja el usurpador que lo traicione, dándome una muerte ignominiosa de tirano.
Esta noche pasaré sólo por los
jardines imperiales. Iré lavado y perfumado: vestiré una túnica nueva y saldré
al paso del asesino que tiembla detrás de un árbol.
En el rápido viaje de su puñal,
como en un relámpago veré iluminarse mi alma sombría.
Arreola, Juan José
(1980)
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